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(Dr. Róbinson Rojas, 1ro. de mayo, 2003)
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Indice 1.a Parte 2.a Parte 3.a Parte 4.a Parte
Introducción Anexo I Anexo II Nota final  
Róbinson Rojas
El Imperialismo Yanqui en Chile
Ediciones ML, Santiago de Chile, 1971     
PRIMERA PARTE (pp. 7-32)                                                                                         El desarrollo del dominio imperialista en Chile

"...de America fluye hacia los Estados
"Unidos un torrente continuo de dinero:
"unos cuatro mil dolares por minuto,
"cinco millones por día, dos mil millones
"por año, diez mil millones cada cinco
"años. Por cada mil dólares que se nos
"van, nos queda un muerto. !Mil dólares
"por muerto: ese es el precio de lo que
"se llama imperialismo!"
     (Segunda Declaración de La Habana)

La historia del dominio imperialista yanqui en Chile, es la historia de la lucha constante y creciente de un pueblo por liberarse de ese dominio, por un lado, y la traición descarada de las clases dominantes, que se han encargado de facilitar el saqueo económico de nuestro pueblo por parte de los yanquis, abriéndoles las puertas de la educación, de la cultura, de los hábitos, de las costumbres y del Estado chileno al dominio imperialista.

Desde 1900, la historia del comportamiento de las clases dominantes chilenas, es la historia del comportamiento del imperialismo yanqui en nuestro país. En ese período se refleja todo el desarrollo imperialista desde la etapa del "dominio de las fuentes de materias primas", hasta la etapa actual en que se ven obligados a renunciar a la propiedad y control de esas fuentes de materias primas, iniciando un período de "dominio y creación de nuevos y crecientes mercados de consumo", tomando por asalto el sistema industrial nacional, principalmente valiéndose de la forma de sociedades mixtas. Así, en este período, apuntan hacia el corazón económico nacional, tratando, tal vez, de preparar condiciones de dependencia que pudieran permitir un regreso al dominio de las fuentes de materias primas, por vias indirectas.

Como decía Lenin "el monopolio ha nacido de la política colonial. A los numerosos "viejos" motivos de la política colonial, el capital financiero ha añadido la lucha por las fuentes de materias primas, por la exportación de capital, por las "esferas de influencia", esto es, las esferas de transacciones lucrativas, concesiones, beneficios
monopolistas, etc., y, finalmente, por el territorio económico en general" (Lenin, "El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo", edición china en castellano).

Esas mismas características se han desarrollado en Chile. El dominio  imperialista ha sido el impulso fundamental de un desarrollo capitalista en la economia nacional dependiente, segun características que se podrían resumir en algunos aspectos básicos. Un esquema de esas particularidades, sería el siguiente:

1. "Creciente influencia del imperialismo yanqui en el aparato estatal".   Esto es así, naturalmente, porque el tipo de relaciones de producción que se forman son de desarrollo capitalista-dependiente. Por eso,  todo el "ordenamiento" de la sociedad chilena se hace según ese esquema. Así, el imperialismo influye en el Parlamento, en el poder judicial, en el ejecutivo, en las fuerzas armadas, y en las legiones de la burguesía burocrática que hace funcionar el aparato estatal.
   Un Estado para una economía desarrollada deformemente según los intereses de los consorcios imperialistas, y no del pueblo chileno.

2. "Desarrollo capitalista de la sociedad dependiente". Este desarrollo capitalista se produce desde el momento mismo en que el imperialismo pone pie en la colonia o el país dependiente. En el caso nuestro, se pueden distinguir dos aspectos que, para el propósito de su comprension solamente, se pueden considerar como separados, pero que, en general, se deben considerar como aspectos que se desarrollan de manera paralela, aun cuando el segundo aspecto va tomando cada vez mayor importancia a medida que transcurre el desenvolvimiento de la dependencia imperialista. Estos son los dos aspectos:

   a) en la etapa de predominio del dominio imperialista de las fuentes de materias primas, frente a cada crisis económica del mundo capitalista, la economía nacional tiene que defenderse, aunque sea de mala manera, creando industrias de productos simples (las llamadas industrias de sustitución) ante la imposibilidad financiera de seguir importándolas. Como estas industrias tienen un modo de producción capitalista, se ven obligadas a desarrollarse sin cesar, creando todo tipo de apoyo por parte del Estado (barreras aduaneras, incentivos crediticios especiales y financiamiento por parte del Estado);

   b) porque en la etapa siguiente del dominio imperialista (la de crear y dominar nuevos mercados de consumo para la producción de sus capitales financieros exportados a la colonia), el imperialismo mismo monta industrias de mediana y alta técnica en el país dependiente. Su propósito es doble: saquear capital para fortalecer el financiamiento interno de los consorcios en Estados Unidos, y hacerlos crecer en un mercado nuevo, frente a la imposibilidad de hacerlo en su mercado interno ya "saturado". Y esto, por una ley inexorable del desarrollo capitalista: si el consorcio no se expande, muere.

3. "El desarrollo deformado de una economía dependiente va provocando una creciente crisis agrícola". En el campo, el sistema oligárquico de tenencia de la tierra es incapaz de cumplir con la necesidad de "apoyo" de la agricultura al desarrollo capitalista dependiente del país. La agricultura también tiene que tomar el camino capitalista de producción. Pero para ello, hay que sacrificar el sistema oligárquico, antiguo aliado del imperialismo. Aparece la necesidad de la reforma agraria que impulse el modo de producción capitalista en el campo, el imperialismo se ve obligado a apoyar esa reforma. Tiene que apoyarla porque es el único modo que el "mercado nuevo" en que actúan los consorcios yanquis se consolide.

  Estas tres particularidades del desarrollo del dominio imperialista en el país, van dando origen a crecientes contradicciones que ponen en peligro ese mismo dominio:

1. Como en general hay un desarrollo del capitalismo, también se desarrollan las fuerzas productivas. Aumenta en número y en organización el proletariado, cuyo destino ultimo es precisamente enterrar al imperialismo y al sistema capitalista con él. El proletariado, siempre en aumento, toma la vanguardia de la lucha por la liberación nacional y del dominio oligárquico, en primer lugar, y por último, de todo el sistema capitalista imperante. Así, a medida que el dominio imperialista crece en términos de cantidad de capital en Chile, en realidad se debilita, porque se ve obligado a  proletarizar cada vez mayores contingentes, los cuales formarán el ejército del pueblo que los expulsará definitiva, total y cabalmente de nuestra patria. Un ejército del pueblo que irá echando a la  basura, en seguida, a la gran burguesía monopolista y financiera y a los latifundistas que sirvieron de peones a la colonización imperialista de nuestro país.
2  Al mismo tiempo, en el seno de la burguesía, se desarrolla un sector capitalista nativo que entra en contradicción de competencia con los consorcios capitalistas yanquis que operan en la economía nacional.
   Esta contradicción de competencia lleva a esos sectores burgueses a luchar por "mejores condiciones de convivencia" con el imperialismo, y se aprovechan de sus debilidades estructurales para obligarlo a aceptar, por una buena paga, que dejen el dominio de las fuentes de materias primas nacionales (cobre, hierro, salitre), a cambio de continuar siendo socios en el sector industrial. Para reforzar sus argumentos, este sector de la burguesía esgrime ante los imperialistas el "peligro de la insurrección de los desposeídos". Les dice que si no aceptan sus condiciones, ellos no podrán "manejar" la insurrección proletaria, y TODO el dominio imperialista estará en peligro inmediato de ser expulsado, no sólo de Chile, sino de todo el continente. (1)
De este modo, el sector capitalista nativo que está en competencia con el de los consorcios yanquis, cumple con dos objetivos:  primero, consigue mejores condiciones de trato de los yanquis, y, segundo, trata de protegerse de la revolución proletaria, frenando sus luchas, engañándolas, a través de los traidores en el seno del proletariado (como los revisionistas), que se esfuerzan por desviar la lucha de las masas hacia el cauce reformista burgués. Así ocurre que, por momentos, estos traidores en las filas del proletariado, consiguen que las grandes masas de explotados apoyen la política filistea de un sector de la burguesía para consolidar su propio dominio sobre obreros, campesinos y trabajadores en general, y ayuden a salir al imperialismo de una nueva crisis, sin poner en peligro su dominio global sobre el país (a través del financiamiento y de la participación en las industrias nacionales).(2)

3  Por otra parte, este tipo de crecimiento de las fuerzas productivas, se refleja en toda la estructura del Estado burgués. Y, naturalmente, en el pilar de ese Estado: las fuerzas armadas burguesas. Así, esas fuerzas armadas toman la misma actitud que aquel sector de la burguesía que lucha por mejores condiciones de trato y competencia con los consorcios yanquis, y que levanta y apoya una política reformista (que herirá ciertos intereses imperialistas y oligárquicos) para tratar de frenar y desviar las luchas del proletariado por sus propios intereses de clase. Aparecen, así, esas fuerzas armadas como "nacionalistas y reformistas". Y con esa imagen se trata de hacer comulgar con ruedas de carreta al proletariado, asegurándole que las fuerzas armadas burguesas son "el pueblo con uniforme". En esta etapa del crecimiento capitalista dependiente de Chile, las fuerzas armadas burguesas dejan de constituir el apoyo principal del dominio de la oligarquía agrícola y financiera ligada estrechamente al imperialismo "extractivo". Cuando una huelga proletaria amenace los intereses de la Anaconda, el ejército no irá a defender a los patrones yanquis y disparar sobre los obreros chilenos. Ahora, sirviendo a los intereses del nuevo sector de la burguesía capitalista que disputa mercados internos y regionales con los yanquis, apoyará con sus fusiles al Gobierno chileno que echará de Chile a los yanquis de la Anaconda, pero se irán con los bolsillos bien provistos de millones de dólares por concepto de "indemnizacion". Al mismo tiempo, esas fuerzas armadas servirán de garantía para los consorcios yanquis que se quedan y que llegan a la industria nacional. Agoniza la etapa de dominio imperialista de las fuentes de materias primas, como aspecto principal de la dependencia, y se hace fuerte la etapa de creación y dominio de mercados nuevos para los consorcios imperialistas.

4  Por el efecto asfixiante en la economía nacional de la etapa del dominio imperialista de las fuentes de materias primas, se crea en el interior del país una burguesía que es débil, porque su crecimiento está en mucho limitado por la dependencia. Al mismo tiempo, actúa una oligarquía parasitaria, que dedica una parte mínima de sus ganancias a la reinversión, y, en cambio, gasta la mayor parte en consumir para sus apetitos extravagantes y para enviar capitales al exterior. Sin embargo, como lo decíamos antes, la economía nacional se ve en la necesidad de enfrentar los efectos de las crisis mundiales del capitalismo creando industrias de sustitución, y, aún más, impulsar el desarrollo capitalista para resolver, por el momento, sus crisis internas. Frente a la burguesía débil y oligarquía parasitaria, el Estado se ve obligado a asumir el papel de "pionero capitalista" (se crea la Corporacion de Fomento de la Producción), que monta más y más industrias, para que sirvan a sectores oligárquicos, al imperialismo (el caso de la Compañía de Acero del Pacífico) y fortalezcan la naciente burguesía capitalista nativa que compite en campos no ocupados por el imperialismo y, más tarde, en campos ocupados por él. Este proceso va fortaleciendo un Estado burgués cada vez mayor, con un ejército de burguesía burocrática en su seno. Cuando, como ahora, llega el momento de crisis entre sectores burgueses que exigen mejor trato de los consorcios yanquis, y la necesidad de fortalecer el desarrollo capitalista general es a través del estado burgués, muy fuerte, como se da la batalla por el poder de ese sector burgués: negociando con el imperialismo, liquidando parte de la oligarquía financiera, tratando de rebajar a la posición de campesinos ricos a los oligarcas agrícolas en su conjunto, hiriendo algunos intereses de un sector de la oligarquía industrial, y trasladando la mayor parte del esfuerzo de apoyo financiero a los productores medianos y pequeños. Se llega a un capitalismo de Estado con ese Estado en poder de la burguesía y no del proletariado, y, más todavía, un Estado asociado con los consorcios imperialistas. Es decir, en relación de dependencia con el imperialismo.

5  El imperialismo, debilitado por la siempre más fuerte lucha de todos los pueblos del mundo y por sus propias contradicciones internas ( las cuales examinaremos mas adelante ), no puede detener el empuje "suicida" de sus consorcios que tienen que dominar y crear nuevos mercados, participando en la industrialización de los países que dominan, abandona en parte a sus viejos aliados. El imperialismo deja en la estacada a un grupo de sus ex compañeros de explotación (sectores de los oligarcas agrícolas, financieros e industriales) con los cuales había dictado las reglas del juego del saqueo a Chile. Junto con ellos, tiene que abandonar el apoyo incondicional a los consorcios yanquis del dominio de las fuentes de materias primas (como la Anaconda y la Kennecott), y se limita a presionar al Estado nacional para que les pague una buena 'indemnizacion'. Al mismo tiempo, inicia las negociaciones para las nuevas "condiciones de convivencia" de la alianza sector manufacturero imperialista-Estado burgués- capitalismo privado nativo. En el curso de esas negociaciones se ve obligado a aceptar condiciones tácticas aparentemente negativas (participación en las reglas del juego del Pacto Andino) pero estrategicamente positivas, porque queda en calidad de "socio" explotando un nuevo y creciente mercado. (Ver Anexo I)

6  Todo el conjunto de los procesos señalados en los cinco puntos anteriores, va agudizando las contradicciones, de manera acelerada, entre el pueblo explotado chileno y el imperialismo, entre el proletariado urbano y campesino con la burguesía monopolista, entre sectores de la burguesía entre sí, y entre sectores de la burguesía y el imperialismo. Se produce una proletarización más rápida y una competencia capitalista más aguda, entrelazada con una competencia entre los capitalistas nativos y los consorcios imperialistas. Al mismo tiempo, desde el exterior, el imperialismo yanqui entra en competencia aniquilante con los nuevos "lobos" del mundo capitalista, Japón y Alemania Occidental, que llegan a tratar de disfrutar del mercado que se forma en nuestro país.
El Estado va quedando al descubierto como socio real de los consorcios imperialistas y de los grandes explotadores nacionales. Los traidores en el seno del proletariado se desenmascaran ante las amplias masas por su actitud de apoyo servil a ese Estado-explotador. El proletariado crece y se organiza para dar la gran embestida contra el imperialismo y restos de la oligarquía nativa "integrada" al nuevo proceso, reuniendo a su lado a todos los que, de una u otra forma, son explotados por esos enemigos fundamentales del pueblo. (Ver Anexo II)

BREVE HISTORIA DEL SAQUEO IMPERIALISTA

En el comienzo de este capítulo, afirmamos que una de las características principales de la presencia del imperialismo en Chile ha sido la de "creciente influencia del imperialismo yanqui en el aparato estatal". Basta echar una mirada a lo que ha occurrido en los ultimos 50 o 60 años con las remesas de capitales yanquis al exterior desde Chile, para que esa afirmación se demuestre por sí sola. Y se demuestra, porque el régimen de contratos, convenios o simples estatutos para el capital imperialista invertido en Chile, ha sido fijado por los organismos legislativos de ese Estado.
Hemos dividido el estudio en seis períodos, que van desde 1911 hasta 1970.
La elección del año 1911 como partida no es casual. En ese año comenzó la explotación en gran escala del mineral El Teniente por parte de la Braden Copper Company, subsidiaria del consorcio yanqui Kennecott. Había sido aprobada por decreto del 29 de abril de 1905, por el gobierno chileno, con un capital "autorizado" de 2.5 millones de dólares. Cuatro años más tarde, en 1915, comenzaría su explotación en grande, en Chuquicamata, la Anaconda Company. Su decreto de legalización era del 3 de abril de 1913, y su capital "autorizado" era de UN millon de
dólares. En 1931, en menos de 20 años, esos dos consorcios ya se habían llevado de Chile 400 millones de dólares por concepto de utilidades y amortizaciones, y más de 150 millones de dólares por "gastos en el exterior".

Pero no nos adelantemos con las cifras, y comencemos nuestro recuento de los seis períodos.

Desde 1911 hasta 1943

No hay que olvidar este período muestra casi toda la gama de los profesionales del engaño al pueblo en el poder. Están los gobiernos de Ramón Barros Luco y Juan Luis Sanfuentes Andonaegui, de Arturo Alessandri Palma, del golpe militar de los mandos que pedían reformas sociales para "calmar a la chusma", de Emiliano Figueroa Larrain, de Carlos Ibáñez del Campo, de Juan Esteban Montero, de la "Republica Socialista" de 12 días del militar Grove, de Arturo Alesandri Palma de nuevo, del radical Pedro Aguirre Cerda con el "Frente Popular" y de Juan Antonio Rios Morales.
Para entender lo que ocurre en este período, hay que hablar un poco de sus antecedentes también. A fines del siglo XIX Chile era gobernado por una oligarquía agraria-minera-comercial, ligada estrechamente a los consorcios imperialistas ingleses y alemanes. En 1891, cuando el imperialismo inglés quiso apoderarse totalmente de la principal riqueza natural chilena en explotación, el salitre, en contra de un sector oligárquico nacionalista encabezado por Balmaceda, la marina hace de líder pro-inglés, se subleva, arrastra a los mandos oligarcas de las guarniciones militares del norte y derriba a Balmaceda. Con ello se afirma en esa etapa el dominio de esos sectores oligarcas.
Pero, a medida que las crisis mundiales y nacionales se van desarrollando, el dominio de esos sectores, basados en la exportación de salitre, cobre y productos agrarios, vacila.
Chile vive crisis económicas en 1900-1902, en 1906-1907, cuando por primera vez la naciente clase obrera inicia luchas decididas por sus intereses, que obligan al régimen a utilizar al ejército como organismo de represión (Iquique). Siguen las crisis económicas en 1910-1911, y en 1914-1915 y 1919-1921, provocadas por la lucha de la competencia monopólica de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, que desembocan en la primera guerra mundial y su desenlace.
En 1921, los efectos acumulados de estos procesos del mundo capitalista producen un remezón en Chile: bajan los precios, hay un desequilibrio de la balanza de pagos, se paralizan las oficinas salitreras, cesantía, reducción de los ingresos fiscales, restricción del crédito, disminución de las reservas bancarias, bancarrota de sociedades anónimas.
Por otro lado, desde la primera guerra mundial, las clases dominantes, obligadas por la realidad económica, dan los primeros pasos de su etapa de industrializació, para sustituir algunos productos de importación. Junto con esta naciente industrialización, aparecen las grandes masas proletarias que luchan por sus intereses y hacen tambalear en sus sillones de explotadores a los oligarcas. Aparece en escena la burguesía industrial chilena, y los yanquis entran de lleno a saquear en grande el cobre, el hierro, el salitre, y ponen sus ojos en el comercio y la naciente industria.
Surge un líder "populista", Arturo Alessandri, que promete "reformas" desde la Presidencia, y no las hace. La lucha de las masas es cada vez más aguda. Frente a una oligarquía vacilante, una burguesía industrial naciente y todavía insignificante como rival de los oligarcas, y un imperialismo todaví sin la suficiente fuerza para intervenir en el extremo sur de su corral de colonias, son las fuerzas armadas las que enfrentan la situación para salvar el sistema
Frente a una oligarquía obcecada, que se aferra a sus privilegios anteriores, que ya no corresponden a la realidad social y económica del país ( correlación de fuerza de las clases ), las fuerzas armadas se ponen de lado de "las reformas sociales" como aspecto principal, y de la "represión" como aspecto secundario. Es decir, frente a la lucha de las masas proletarias, optan por impulsar reformas sociales "para calmarlas" y tratar de "apagar el incendio", a costa de sacrificar algunos intereses de la oligarquía agrícola-minera-comercial. Por otro lado, organizan mejor la represión de las masas, para tratar de controlarlas e impedir su organización.
En los hechos, las fuerzas armadas apoyan así a la naciente burguesía industrial, que comienza a tener su parte en el poder político, junto a los latifundistas en decadencia (caída vertical de los precios agrícolas) y de la fuerte oligarquía minera-comercial que entrega las riquezas naturales al imperialismno yanqui, el cual empieza a apoderarse de la estructura económica del país.

En el momento crítico, las fuerzas armadas entran en la política activa con el golpe de Estado de septiembre de 1924, en el cual, en su seno, se enfrentan los sectores oligárquicos ( almirante Neff ) con los reformistas encabezados por el general Altamirano. Hasta el 20 de marzo de 1925 los militares se hacen cargo del poder en el Ejecutivo, para preparar las condiciones, a fin de aprobar las reformas necesarias para mantener la estabilidad del sistema de dominio de la burguesía y del imperialismo, y consolidar un Estado burgués. Le entregan el poder en esa fecha al mismo Alessandri, pero vigilándolo de cerca por medio de algunos de sus miembros (como el coronel Carlos Ibáñez del Campo), con el propósito que apruebe la nueva Constitución.

Naturalmente, un proceso complicado como éste, de reorganización de la estructura estatal para que se acomodara a la nueva realidad económica naciente, no podía hacerse sin altibajos. Y el proceso duró desde 1924 hasta 1932 ( en 1928 entran al servicio eléctrico los yanquis de la American Foreign Power, y en 1931 el consorcio telefónico International Telegraph and Telephone ), con la presencia de los militares cada cierto tiempo, para empujar hacia el reformismo, a fin de "evitar el incendio proletario".

Durante la dictadura del general Ibáñez, el proceso reformista continúa con la aprobación del Código del Trabajo ( especie de trampa de barrotes de oro para ligar al obrero la explotación del capitalista ), y cuando el general deja de ser necesario porque las masas se sublevan, son los propios militares los que entienden que, para que la lucha popular por derribar la dictadura no ponga en peligro la estructura burguesa y dependiente del imperialismo del país, es necesario entragar el poder de nuevo a los civiles. El general Pedro Vignola ( de guarnición en Antofagasta ) se alza y obtiene apoyo de la guarnición de Concepción para exigir el regreso al poder civil.

Vuelve Alessandri Palma a la presidencia. Su gobierno marca la agonía de la presencia física de los oligarcas en el Palacio de la Moneda. En la época del Frente Popular, expresión política del reformismo burgués necesario para el sistema, las fuerzas armadas ya tienen en sus mandos una abrumadora mayoría de burguesía de pequeños y medianos propietarios y profesionales universitarios. No se oponen al reformismo burgués ( habían dado un golpe de estado 14 años antes para impulsarlo ) ni a la consolidación del Estado como principal agente industrializador. Esto explica porqué, a pesar de las conspiraciones oligárquicas, las fuerzas armadas permiten que Pedro Aguirre Cerda asuma el poder ganado en estrechísimas elecciones. Continúa la declinación de la oligarquía agrícola ( que culminará en 1971 ), crece la burguesía industrial y nace con fuerza la burguesía burocrática a la sombra del desarrollo del Estado. Estos grupos gobernarán en colusión con sectores oligárquicos financieros, comerciales e industriales, y bajo el dominio creciente del imperialismo (facilitado por la Segunda Guerra Mundial).

Ya en esta época, 70% de las exportaciones nacionales eran del cobre, salitre y hierro en manos estadounidenses.

Y 35% de las inversiones del país era de origen extranjero. Es decir, Chile comienza a depender del financiamiento estadounidense.

En suma, en el período 1911-1943, pasadas las crisis, con un papel preponderante para resolverlas a favor de la burguesía y el imperialismo de parte de las fuerzas armadas, se asienta el nuevo Estado burgués dependiente. Un Estado que comienza a servir también a nuevos sectores de clases dominantes y al imperialismo yanqui, por intermedio de una burguesía burocrática que aparenta no tener relaciones con esos explotadores. El dominio imperialista comienza a traducirse en una penetración cada vez mayor de la influencia estadounidense en las fuerzas armadas.
De otro modo, podemos decir que este período se caracteriza por la decadencia de la oligarquía agrícola, fortalecimiento de la gran burguesía monopolista y financiera, nacimiento de la burguesía capitalista desarrollada, con la creciente industrialización del país, a la par que surge un nuevo tipo de explotador: la burguesía burocrática estatal. Todo esto cubierto con el pretendido acceso de la llamada "clase media" al poder gubernativo, empujada y apoyada por mandos militares. Lo que en verdad ocurrió es que accedieron al poder servidores y lacayos de los sectores de clase dominantes y del imperialismo, y no la llamada "clase media", cuya abrumadora mayoría de pequeños y medianos propietarios, profesionales y empleados siguieron siendo brutalment explotados por sus pretendidos representantes en el poder.
El punto más alto de esta pretendida "clase media" en el poder se da con los gobiernos del Partido Radical, con máscara populista y corazón estadounidense.
Y el corazón estadounidense se prueba con cifras:
Desde 1911 hasta 1943 los consorcios yanquis del cobre, salitre, hierro, servicios públicos, monopolios comerciales y algunas industrias, se llevaron de Chile 1.628,9 millones de dólares. Esta cifra incluye 1.258 millones de dólares por concepto de utilidades declaradas y amortizaciones, y 370,9 millones de dólares por "gastos en el exterior", que incluye fuga encubierta de capitales, fuga encubierta de utilidades y sobrepagos por compra de maquinarias en los propios Estados Unidos.
En otras palabras, durante este período los yanquis se llevaron de Chile 74,18 millones de dólares por año.
Si consideramos que en ese mismo período los yanquis avaluaron sus "inversiones" en 491 millones de dólares ( cifra abultada y falsa, como lo veremos más adelante ), tenemos el siguiente negocio imperialista:
Por cada un dólar supuestamente invertido en nuestro país, los yanquis se llevaron tres dólares y ochenta y ocho centavos, en el período 1911-1943.

Desde 1944 hasta 1948

Estos cinco años comprenden fracciones de los gobiernos radicales de Juan Antonio Ríos Morales y de Gabriel González Videla, durante los cuales se echaron las bases de la fundición de acero de Huachipato, poniendo en pie la Compañía de Aceros del Pacífico, para apoyar la entrada de los consorcios yanquis en la industria metal-mecánica, la de mayor ritmo de crecimiento en la economía nacional en los años que vendrían.
Durante este período también se consolidaron los tratos con consorcios de distribución de derivados del petróleo como la Esso Standard Oil.
En estos cinco años los consorcios yanquis se llevaron de Chile 432 millones de dólares, por concepto de utilidades, amortizaciones y gastos en el exterior.
Esto hace un promedio anual para el período de 86,8 millones de dólares.
Esto significa que, en el período en consideración, con el Poder Ejecutivo en manos del Partido Radical, la tasa de saqueo creció a este nivel:
Por cada un dólar supuestamente invertido en el país, se llevaron cuatro dólares y veinte centavos.

Desde 1949 hasta 1953

Este quinquenio corresponde a la mayor parte del gobierno de Gabriel González Videla, y a los primeros catorce meses del gobierno del general en retiro Carlos Ibáñez del Campo. Son los años de vigencia de la Ley de Defensa de la Democracia, destinada principalmente a reprimir ferozmente la lucha de los obreros y campesinos. A la par con esa represión contra el pueblo, el negocio para los imperialistas florece.
El total del saqueo yanqui para el período es de 510 millones de dólares.
Esto hace un promedio de 100,4 millones de dólares por año, bastante superior al promedio anual del período anterior.
Los consorcios yanquis declararon "nuevas" inversiones para le mismo quinquenio, de 108,5 millones de dólares ( estas nuevas inversiones están compuestas principalmente de reinversión de utilidades legales a ilegales obtenidas en Chile ).
Así, la tasa de saqueo del período es que por cada un dólar supuestamente invertido, los yanquis se llevaron cuantro dólares y ochenta centavos.

Desde 1954 hasta 1958

Estos cinco años corresponden completos al período gubernativo de Carlos Ibañez del Campo, donde hubo ministros de estado, como Rafael Tarud, que tuvieron el descaro de decir que su política económica era antinorteamericana y en resguardo de los intereses de Chile.
Durante este período la presión del campesinado logró que se creara el salario mínimo campesino, y marcó el inicio de una nueva etapa de luchas en el campo.
Pero veamos las cifras del "resguardo nacional" de los ministros demagogos de Ibáñez del Campo:
Saqueo por concepto de utilidades, amortizaciones y gastos en el exterior: 670,26 millones de dólares.
Esto constituyó un nuevo record de saqueo anual para los imperialistas. Se eleva a 134,45 millones de dólares por año.
Al mismo tiempo, estos consorcios declararon haber invertido 177 millones de dólares en los cinco años.
Así, la tasa de saqueo de los cinco años es de tres dólares y ochenta centavos por cada un dólar supuestamente invertido.
No hay que olvidarse que a estas alturas del saqueo imperialista, es decir en la segunda mitad de la década de los 50, las llamadas "nuevas inversiones" yanquis no son más que millones de dólares previamente saqueados al pueblo chileno. De modo que el aporte estadounidense a la economía nacional, como lo llaman algunos "expertos" internacionales, no es tal. Es, cuando más, reinversión de utilidades previas, que son tratadas por las "autoridades chilenas" como inversiones "frescas", con toda clase de granjerías tributarias y de otros tipos.

Desde 1959 hasta 1963

Cinco años bajo la marca de un representante directo de los oligarcas agricolas, financieros y monopolistas chilenos, Jorge Alessandri Rodriguez, hijo del otro Alessandri, el que en los años 20 fue llevado y traido por las fuerzas armadas para que sentara las bases del nuevo Estado burgués. Son años de gran aumento de las luchas del pueblo por sus derechos laborales, sociales y políticos. El Estado reprime con violencia al pueblo y da manga ancha a los imperialistas y, más que eso, trata de ayudar a los estadounidenses en su nueva estrategia de desplazar sus capitales hacia el sector manufacturero, desde los servicios, el comercio y la minería.
Pero los oligarcas, agrícolas principalmente, entraban esta tendencia imperialista nueva, entrando en una especie chantaje entre ladrones del pueblo. Así, satisfacer esta nueva tendenci de los consorcios yanquis será una tarea que cumplirá más tarde otro Presidente títere de los yanquis, Eduardo Frei Montralva.
En todo caso, el saqueo estadounidense da un gran salto adelante:
El total extraído en el quinquenio sube a 854,55 millones de dólares.
Esto hace un promedio de 171,31 millones de dólares por año.
Los consorcios imperialistas declaran inversiones "nuevas" por 174 millones de dólares en los cinco años. Con ello, el negocio del dólar se agiganta: por cada un dólar supuestamente invertido, los yanquis se llevaron cuatro dólares y noventa centavos.
Comienza un endeudamiento externo muy fuerte para poder sostener este saqueo. Se llega a 23% de financiamiento externo del total invertido cada año en el país. En otras palabras, esto significa que cada año Chile debe al exterior (principalmente a Estados Unidos) 23% de lo que necesita para mover su economía. Es decir, casi una cuarta parte de nuestra economía no es chilena.

Desde 1964 hasta 1970.

Estos son los siete años más lucrativos para el imperialismo yanqui en nuestro país. Son los años de la "revolución en libertad" de la Democracia Cristiana y del más gigantesco fraude publicitario a que haya sido sometido el pueblo chileno, con las fallidas esperanzas por parte de los sectores dominantes de impedir la organización y agudización de las luchas populares. Gobierna Eduardo Frei, no solamente títere de los oligarcas financieros y monopolistas, de la burguesía capitalista desarrollada y de la ya fuerte burguesía burocrática, sino tambien, y en primer lugar, títere de los consorcios imperialistas yanquis, que preparan una retirada lenta y lucrativa del dominio de las fuentes de materias primas y de los servicios. Se inventan las "chilenizaciones" y las "nacionalizaciones pactadas".
Los imperialistas yanquis, que habían utilizado hasta 1964, principalmente, al Partido Radical como su herramienta política en el juego "democrático" chileno, dejan de dar todo su apoyo ahora a los Durán Neumann, González Videla, Picó Cañas, Enriquez Froedden y otros, y trasladan ese apoyo y "manejo" hacia la Democracia Cristiana, con los Pérez Zujovic, Zaldívar, Hamilton, Frei Montalva, Ossa Pretot, Rafael Moreno y otros a la cabeza.
El Presidente de este período abre de para en par las puertas de la industria nacional al voraz capital yanqui. Compra o hace aprobar contratos de compra a los yanquis, que desean deshacerse de la Compañía Chilena de Electricidad y de la Compañía de Teléfonos de Chile. (Paga 186 millones de dólares por Chilectra a la American Foreign Power, por instalaciones que valen menos de 18 millones de dólares)(3).
Prepara así Frei el camino a los yanquis para que, más tarde, puedan enfrentar con relativa ventaja el ascenso de la lucha antimperialista del pueblo chileno, que exigirá la recuperación inmediata del cobre, del hierro, salitre y demás centros económicos chilenos en manos del imperialismo. Facilita el camino para que los yanquis puedan aplicar en Chile, cualquiera que fuese el sucesor "legal" de Frei, su estrategia global para América Latina, cual es apoderarse, en la forma de "sociedades mixtas", de las industrias nacionales claves y disfrutar de un mercado naciente.
Para poder hacer todo esto, Frei tiene que endeudarse con los organismos financieros estadounidenses y multinacionales del mundo capitalista. De acuerdo a cifras de la Corporación de Fomento de la Producción, la deuda de Chile en moneda extranjera subió entre 1964 y 1969, desde 1.896 millones de dólares hasta 2.819 millones de dólares.
De todos estos préstamos contratados por el gobierno chileno (4), 76% corresponden a los Estados Unidos, y el resto a gobiernos y bancos europeos ( Alemania Occidental, Francia, Inglaterra, Suiza, Italia y España ), y a la Unión Soviética ( 57 millones de dólares ) y Checoslovaquia ( 5 millones de dólares ).
Así, los beneficios para los consorcios estadounidenses escalan hasta un grado increíble:
Monto del botín sacado de Chile por utilidades, amortizaciones y "gastos en el exterior": 2.455,87 millones de dólares. ¡Más de un tercio, en siete años, de todo lo saqueado por los yanquis en los últimos cincuenta o sesenta años!
El promedio anual sube a una cantidad sideral: 350,8 millones de dólares.
Si sumamos a esta cantidad anual un promedio de casi 100 millones de dólares pagados por amortizaciones de préstamos financieros a los propios Estados Unidos, tenemos que en período de Frei los yanquis se llevaron de nuestra patria mas de un millón doscientos mil dólares por día
Cincuenta y dos mil dólares por hora.
Cuatro mil trescientos dólares cada cinco minutos.
Es decir, una casa de buena calidad cada cinco minutos.
O, también, el salario mínimo de todo un año de diez obreros, por cada cinco minutos.
Así, durante estos siete años, por cada un dólar supuestamente invertido por los yanquis, éstos se llevaron seis dólares y treinta centavos.

Algunas ilustraciones útiles

Este robo estadounidense a la economía del pueblo chileno es de tal magnitud que, creemos, merece un par de ilustraciones más. Y para que no se nos acuse de exagerados, recurriremos a las cifras oficiales (como lo hemos estado haciendo en todas las secciones de este libro) proporcionadas en su época por el Ministerio de Hacienda. Aclaramos que, en todo caso, estas cifras pecan de restringidas, ya que no se concibe que el lacayo nativo denuncie al amo-ladrón imperialista.
Según las Exposiciones de la Hacienda Pública hechas por el Ministro "míster" Zaldívar, los pagos hechos al exterior en 1968, contemplaban los siguientes rubros y cantidades:

Intereses de capitales: 72,8
Utilidades: 148,7
Amortizaciones: 20,6
Repatriaciones de capitales: 73,1
Royalties: 16,5
Amortizaciones de creditos externos: 123.3
TOTALES 455,0
Cifras en millones de dólares

Estas cifras son para todos los países extranjeros con inversiones en Chile. De acuerdo a los estudios hechos por la Corporación de Fomento de la Producción, 76% de los créditos externos son de fuente yanqui, y 86% de las salidas de dólares por concepto de utilidades y otras franquicias de las inversiones extranjeras directas, también son norteamericanas. Si a esto le agregamos un pequeño olvido en las "cuentas" de "míster" Zaldívar, ya que no calcula aquí los gastos en el exterior de las compañías del cobre, que en 1968 sobrepasaron los 80 millones de dólares, tenemos que en ese año los yanquis sacaron del país 445 millones de dólares, cifra bastante aproximada a nuestro cálculo personal de 450 millones de promedio, que diéeramos más arriba.
Para el año 1969, según la correpondiente exposición de "míster" Zaldívar, tenemos lo siguiente:

Intereses de capitales: 95,0
Utilidades: 137,6
Amortizaciones: 20,0
Repatriaciones de capitales: 63,0
Royalties: 18,0
Amortizaciones de creditos externos: 158,9
TOTALES 492,5
Cifras en millones de dólares

Si hacemos los mismo cálculos que en las cuentas de 1968 de más arriba, agregándoles los gastos en el exterior para 1969 de la Anaconda y la Kennecott, que según cifras incompletas sobrepasaron los 105 millones de dólares, tenemos 512 millones de dólares saqueados por los yanquis durante el año 1969. Cifra que supera en mucho a nuestro cálculo de 450 millones anuales de promedio.
Que estas dos pequeñas demostraciones aritméticas , sirvan para evitar cualquier acusación por parte de los infaltables lacayos de los yanquis en Chile de que los cálculos del autor de este estudio serían "políticos" y por lo tanto "deformados". Los cálculos son correctos porque se basan en informes publicados por la Corporación de Fomento de la Producción, la Corporación del Cobre, y el Banco Central de Chile, y en el examen minucioso de muchos de los balances comerciales públicos de las propias compañias yanquis operando en Chile, y, por supuesto, en documentos económicos editados por los yanquis.

Un Estado al servicio de Estados Unidos

Si resumimos brevemente todas las cifras que hemos visto desde 1911 hasta 1970 ( examen que, aunque cansador, es absolutamente necesario para entender la magnitud y la forma del saqueo ), podemos concluir que los sectores de clase que han dominado progresivamente en el Estado chileno, han estado siempre al servicio principal de los consorcios imperialistas de Estados Unidos.
Toda clase de gobiernos, aún de los militares, han herido intereses de sectores de clase chilenos, pero nunca de los imperialistas. Un rápido vistazo al siguiente cuadro resumen lo prueba:


Período Promedio anual de saqueo
1911-1943 74,18
1944-1948 86,80
1949-1953 100,40
1954-1958 134,45
1959-1963 171,31
1964-1970 350,80

(Esto corresponde al "beneficio" de las inversiones directas solamente. Es decir, utilidades, amortizaciones, retiros de capitales, royalties, y resto de gastos en el exterior. Fuera quedan las amortizaciones e intereses por créditos externos).
Pero, ¿cuál es la magnitud total del saqueo?
Desde 1911 hasta el 31 de diciembre de 1970, el saqueo yanqui ha ido subiendo de modo vertiginoso, conformando un total de casi 6.600 millones de dólares "contabilizados". ( Es necesaria esta explicación , porque la Anaconda y la Kennecott, además de participar mayoritariamente en la extraccián de Chile de este dinero contabilizado, han ganado en el exterior, burlando a nuestro pueblo, por sobreprecios en el cobre, en el mismo período que estudiamos, un total aproximado de 5.033 millones de dólares más ).
Sin embargo, sólo contando el saqueo contabilizado, tenemos que desde 1911 hasta 1970, los yanquis se han llevado de Chile el equivalente de 1.650.000 casas habitaciones de 3 dormitorios, dos baños, cocina y una sala de estar-comedor, construída de ladrillos. Es decir, el saqueo yanqui ha significado llevarse de Chile más de tres veces el déficit habitacional actual de nuestro país, que es de 500.000 casas.
En otras palabras, nuestro pueblo está sin techo a causa del imperialismo yanqui.
Y más todavía: con los 6.600 millones de dólares robados, Chile podría haber instalado más de ochenta y cinco complejos petroquímicos como el que está en marcha desde 1970 (y en el cual participa el consorcio de Estados Unidos que fabrica produce napalm para usarlo contra el pueblo vietnamita, Dow Chemical ). Con el monto de este saqueo, Chile podría haber instalado veintidos complejos sidero-metalúrgicos básicos, como el que está en proyecto actualmente bajo el gobierno de Allende ( y en el que participan varios consorcios metalúrgicos y financieros yanquis ).
Por último: con los 6.600 millones de dólares robados por los yanquis todos los obreros chilenos podrían haber ganado el doble de sus salarios desde el año 1960 adelante.
Ahora bien, si sumamos al saqueo "contabilizado" los 5.033 millones de dólares estafados por la Anaconda y la Kennecott por los sobreprecios en el exterior, tenemos la cifra increíble de 11.000 millones de dólares, que sobrepasa el valor de todos los bienes de capital instalados en Chile, es decir, se han robado más de un Chile completo
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Notas:

(1) En la edición del 19 de abril de 1971 de la revista Time (Time magazine), en un artículo sobre Chile, se leía este párrafo:
"Una actitud prudente.- "No nos pongan obstaculos", dijo Allende a TIME. "Lo peor sería que fracasáramos no porque seamos incapaces, sino porque se pongan obstáculos artificiales en nuestro camino. Si eso sucediera, al pueblo latinoamericano no le quedaría otra alternativa que la violencia. Si eso sucediera -y no es que yo lo desee-, llegará el día en que ningún norteamericano pueda poner los pies en Sudamérica sin correr peligro. Esta es la gran responsabilidad política que tienen los Estados Unidos". Allende enfatizó que su preocupación son los problemas de su propio país. "Deseo ser un hombre de y para Chile -dijo-. Somos un pequeño país pero tenemos ideas nacionales y nunca estaremos al servicio de ninguna gran potencia. Chile no será nunca una base para los Estados Unidos, China o Rusia, y eso debería ser suficiente para ustedes. Rusia y China son problemas vuestros. No son míos. Mis problemas son la leche, el pan y el trabajo". La Administración Nixon ha permanecido cautelosa con respecto a Allende, pero la semana pasada se supo que Washington estaba proyectando un vuelco que podría presagiar una actitud más condescendiente hacia el régimen de Allende."

(2) "Lo más peligroso en este sentido son las gentes que no desean comprender que la lucha contra el imperialismo, si no se halla ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo, es una frase vaía y falsa." ( Lenin, "El imperialismo, fase superior del capitalismo", página 63, edición china en castellano).

(3) La cifra de 186,29 millones de dólares pagados a la American Foreign Power por Chilectra, según los acuerdos de "chilenización" tienen esta cuenta:

En millones de dólares
Pago por las acciones de Chilectra 1,6
Debentures en la casa matriz 50,5
Pagarés en la casa matriz 29,1
Deudas al Eximbank de la casa matriz 24,5
Intereses de debentures y pagarés 68,5
Bethelehem 10,0
Total a pagar 184,2


A estos 184,2 millones de dólares hay que agregar 2,0 millones de dólares correspondiente a un préstamo de la CORFO a los yanquis, que no se cobra con la "chilenización". Total: 186,2 millones, en 25 años plazo.
El caso de la Compañía de Teléfonos de Chile, de la ITT yanqui, es un acuerdo por el cual la CORFO va comprando cada año, una cantidad de acciomes, según valor de libros, hasta completar 49% o 51%, optativo, en un plazo de más a o menos 12 años.
El caso de Kennecott es que el Estado chileno compró en 80,0 millones de dólares, prácticamente al contado, 51% de las acciones de la Kennecott en el mineral El Teniente. Con esa sola operación, según el balance comercial del consorcio yanqui publicado en Estados Unidos, la Kennecott ganó más de 27 millones de dólares netos.
El caso de la Anaconda es que Chile se compromete a pagar 197 millones de dólares por 49% de las acciones, desde 1970 a 1972. Y enseguida, optativo, si quiere el resto de las acciones ( 51% ) debería pagar, por lo menos, 288 millones de dólares más. Todos los pagos a 12 aos plazo y 6% de interés anual. Todo esto, más el pago de asesoría técnica, utilidades para los yanquis mientras durara la sociedad mixta (1972), daba un total a pagar por Chile de unos 1,040 millones de dólares hasta 1987. Esto solamente por los minerales de Chuquicamata, Potrerillos y El Salvador. La Anaconda quedaba en posesión de La Exótica.

(4) La cifra de deuda externa de 2.819 millones de dólares es de "deuda contratada", es decir, autorizada para utilizar por Chile. A esta fecha, Chile había utilizado 2.084 millones de ese total contratado. Así, su deduda neta al exterior era esta última cifra. En 1964, de la cantidad contratada de 1.896 millones de dólares, se habían utilizado 1.630 millones de dólares.